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TERROR EN EL FIN DEL MUNDO

di James Wallestein (1971)

El balance en Vergamonte era de varios muertos, en circunstancias muy extrañas y violentas, durante tres días consecutivos. A esto había que añadir varios fallecidos más en el instituto donde estaban algunos de dichos cadáveres.

El asesino se trataba de una especie de animal salvaje que había matado a las personas, y que había escapado, sin dejar rastro alguno, y sin que los testigos supieran qué era, para el desconcierto policial. Luego, dos hombres heridos, estaban agonizando, víctimas de una extraña y desconocida patología. Y, por último, estaba el cadáver de una mujer que había tenido un embarazo muerta, tras haberle sido practicada anteriormente una autopsia. Estaban sucediendo una cadena de hechos tan extraños como macabros.

La policía, tras la muerte de Francesco, Claudio y los otros tres hombres del cuerpo, junto con otros dos agentes más desaparecidos, puso un cerco casi militar alrededor del bosque. Por un lado clamaban venganza, pero por otro estaban muy intranquilos, porque no sabían con qué se enfrentaban exactamente.

Unidades especiales de intervención policial, utilizadas en secuestros, atracos y asaltos, apoyaban a la policía, venidas desde Roma, junto con el inspector jefe Giuseppe Donatti, ahora encargado de supervisar personalmente toda la operación.

Para Donatti el suceso era una cuestión personal, quería vengar a Claudio y detener a sus asesinos. Había trabajado bajo sus órdenes durante años en la capital italiana, y le tenía un gran aprecio. Lo había conocido bien y sabía que era un buen policía, y una mejor persona. Por la tarde llegaron varios camiones del ejército, con varios grupos de operaciones especiales de montaña, cedidos por la base militar de Capracotta, a doscientos kilómetros..

  • J. Wallestein, Terror en el fin del mundo, Wallestein, Barcelona 2011.

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